15 de febrero de 2011

Conclusión 2. Diversidad de redes y movimientos

Una cuestión que ha sido clave para el conocimiento del objeto de estudio, ha sido abrir los límites de la definición movimiento, y por ello, en la definición conceptual del término movimiento  se ha utilizado un concepto muy amplio. Sólo atendiendo a esta apertura del término movimiento se puede hacer una incursión en el estudio de éstos, ya que al partir de una realidad muy diversa el uso de una categorización muy concreta no hubiera posibilitado alcanzar el nivel de conocimiento. Aunque con ello no se insinúa que no existan elementos que han delimitado las características de los movimientos para ser analizados dentro del estudio, sino únicamente que la amplitud del concepto ha posibilitado abarcar un mayor número de movimientos muy variados.   
Diversidad no sólo en cuanto a número de movimientos de mujeres, sino en cuanto a la variedad de éstas, a nivel de formato, a la zona geográfica, a los ideales manifiestos, a los logros obtenidos, al modo de organización,... A medida que he ido adentrándome en este estudio de los movimiento de género, he sido más consciente de la diversidad de ellos, podía tener una intuición de que no había un único movimiento de género y de mujeres, pero llegar a comprender la variedad mínimamente podía hacerme una idea.
Como se señala anteriormente esta variedad implica muchos aspectos, diversidad de zonas geográficas, intentando acceder a documentación de todas partes se ha ido recopilando información de lugares distintos (Europa, Asia, América y África), pero no con ello queriendo que sea representativo, sino que fuera relevante en por su contenido. La amplitud de zonas hace imposible representarlas a todas, y ello ejemplifica la propia premisa enunciada: Diversidad.
¿Cómo no van a haber diversidad de redes y movimientos si los contextos y lugares son diversos? Los contextos concretos han generado un movimiento propio y único, con ello no significa que no reciban influencia de otros movimientos o de tendencias más generalistas. Pero el contexto social, cultural, histórico y político marca el surgimiento y las expectativas a cumplir del movimiento, y por ello, no es extrapolable su trascendencia social a otros entornos, ni se pueden esperar los mismos resultados, porque la base del movimiento es diferente.


Diversidad también en el sentido de formato, aún pretendiendo no centrar únicamente los movimientos en los surgidos en la red de internet, éstos en sí mismos ya suponen una gran variedad que muestran nuevamente la diversidad existente. Esto muestra a su vez que los fines perseguidos difieren, ya que los movimientos que están fuera del acceso a internet (brecha digital) suelen ser más localistas, sus fines son de cambio y acción concreta en su entorno inmediato: mejorar sanitaria, derechos civiles, acceso a préstamos económicos, participación política en la comunidad,... Pese a que su reivindicación no se limita a su círculo más cercano (familia y amistades), puesto que también luchan por un cambio mayor, a nivel social, que repercuta en su sociedad, e incluso, sociedades cercanas. Pero al fin y al cabo responden a cuestiones concretas de su contexto y entorno inmediato, que implica a un mayor o menor número de personas,y sobre todo mujeres, pero no es global.
Sin embargo, la globalidad es el elemento intrínseco de estos movimientos, aunque habría que llamarlos redes, y eso sí es una diferencia clara entre los dos tipos de “formato” de los movimientos de género. Estas redes de mujeres tienen una doble vertiente: el beneficio de los proyectos propios y del avance global (Muñoz, 2008). Las redes de mujeres han encontrado en este nuevo espacio una forma diferente acción política y de ampliar la unión de cada una ellas, ya sea de forma individual o colectiva, para tener un mayor alcance en beneficio de la igualdad. Como señala Lourdes Muñoz, “es esencial dar un paso más allá y crear espacios de encuentro entre mujeres de diferentes responsabilidades, de distintos ámbitos y, sobre todo, con diferentes visiones, para trabajar con objetivos comunes que contribuyan a la igualdad real de las mujeres”.
Por tanto, las redes de mujeres son un claro ejemplo del proceso de globalización, y de hecho es uno de sus elementos de la base de su configuración, así como de la difusión.

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